—Me encantaría volver a ver como te corres de placer, Elena.
—¡Uf! No me calientes... Dejémoslo para otra ocasión. Aún hay mucho que descubrir. No creas que no he puesto mis ojos en ese culito tuyo. Jajaja, —se rio como una loca.
Tragué saliva. Para qué hablare. No sabría si estaba preparado para ello, pero la idea de que me follase, me puso a mil.
—Jajaja —rió de nuevo—. Tranquilo paso a paso. Es hora de irme.
Nos vestimos, y nos despedimos con un beso y un magreo mutuo a nuestros miembros por encima de la ropa y quedamos para el próximo fin de semana. No puedo aguantarme las ganas.
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